El despertador sonó como de costumbre. Se dio un baño,
escogió el traje azul que tanto le gustaba, la camisa blanca, la corbata
anaranjada y bajó hasta la cocina atraído por el rico olor a café. Mientras
leía el periódico, compartió el último desayuno con los niños; bromearon sobre
lo que harían durante las vacaciones de fin de año, deseaba pasar más tiempo
con ellos.
Al llegar al colegio tomó una foto, se despidió con un beso
y se marchó. El día apenas comenzaba. A las 10, celebración en FEDOMU. A la 1
pm, almuerzo de negocios; a las 4, encuentro en palacio; en fin, toda una
agenda cargada de actividades.
Primer compromiso, se sentía de buen ánimo. Apretones de
manos, besos y abrazos bajo un clima de parabienes y buena ventura. Se topó con
Luis, parecía de prisa e insistía en hablar. Sabía que algo no andaba bien…
Momentos más tarde, subió a la oficina y luego de una discusión acalorada,
tomaron un arma y acabaron con su vida.
¿Cómo explicarle a esos niños que no volverán a ver a sus
padres?, ¿Cómo consolar a esas esposas?, ¿Cómo enmendar esos errores que
repercuten en todos a quienes amamos? Esta historia podría ser narrada desde
cualquier perspectiva; y aun así, sigue siendo una tragedia donde los grandes
perdedores son las familias, la sociedad, el país.